En un momento dijeron "You don´t know what love is" y me enamoré.
Niños prodigios. Muchas veces uno tiene en la mano el poder de generar belleza y no lo sabe, o no se da cuenta por la compenetración a la que se somete. Sí, estás creando belleza, mirá lo que generás. Manipulas mis pensamientos! y encima me gusta.
Pensaba yo, desde mi silla de respaldo plástico, por donde uno de mis brazos caía y en el otro, sobre la mesa sostenía una copa que se veía muy románticamente sola a la luz de esa vela, pensaba yo, en el brillo del metal color oro, de ese pozo infinito instrumental por donde se metía mi mirada y salían notas invisibles que me hacían meterme por donde salían aquellas notas, por donde yo me metía y así. "You don´t know what love is".
Un solo de trompeta de ese muchacho alto y de anteojos, un solo de saxo para enamorarme de aquel jóven ario, un solo de piano del niño rubio, un solo de bajo, del otro niño rubio, un solo de batería del hombre.
Un hombre, cuatro niños.
Y yo.
"You don´t know what love is" Me lo decía a mi, lo sé, me lo decía aun sin conocerme y aun sin haberme mirado una vez. Yo, escondida detrás de esa pareja que tomaba un café. Yo en mi silla de respaldo plástico con mis dos brazos relajados y mis piernas, una sobre la otra apuntando todo mi ser al impacto directo con la música, todo a mi, que me golpee. You don´t know what love is. Y cuando lo dijo me recorrió un escalofrío de reconocimiento de melodías, como en esos conciertos de música académica donde la gente se emociona cuando escuchan la de Guillermo Tell, y se paran excitadísimos y aplauden y gritan y silvan y saltan y nada y nada. Así me sentía, como del montón como mundana, como ordinaria. Quería hacer algo, pero la filosófica de la oración me tenía bien agarrada a la silla recibiendo el golpe directamente en el alma.
Hay tantas cosas. Yo sólo preciso dos.
Ya lo decía Drexler.
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