martes, enero 31, 2006

La Religieuse

En cuanto a la polémica? Siempre la hay.
Es que acaso existen las casualidades? Y no por esto quiero caer en la pesada discusión de "yo creo en la causalidad mas no en la casualidad", es decir, crean lo que quieran creer, realmente no interesan los gustos o las religiones o los mismos gustos de helado, lo que importa aquí es que nos gusta a todos el helado y podemos hablar de él.
Entonces, es que la vida obra de maneras ininteligibles el 99 por ciento de las veces. Entonces cuando son las tres de la mañana y Nico me nombra a Diderot y yo lo leo por primera vez me paro y pienso un poco, Diderot, nunca leí nada de él, quién es? Y luego estoy yendo sin saber a ver una película basada en uno de sus libros. Y cuando leo esa información, sólo quiero volver y decirle a Nico lo que sucedió y lo hago "mon ami, ca va?" y le digo, y se rie en francés.
Entonces qué pasa con las señales, qué sucede con los motores que nos llevan a darnos cuenta de aquellas señales. Buscar el doble sentido, diría Barthes, cocinando.
Yo veo algo, inmediatamente mi cabeza busca hilos sueltos, se remite a situaciones, a mi memoria, a mi poco conocimiento y por qué no? a mi ignorancia. Veía una imágen. Un hombre se refleja en un vidrio y del otro lado del vidrio hay una persona. Pienso en Brodsky y en sus fotos (que no importa si me gustaron o no), y en su juego y en su inteligencia, recuerdo su propia fotografía y su cara y su expresión, pienso de qué se trataba, por qué lo hacía, adónde estaba. De nuevo miro lo que me llevó a él, y no tiene nada que ver. Intertexto diría Bajtin quizás, a quién le importa? No quiero nombrar cincuenta cosas por nombres que no les pongo yo porque nos enredamos, vamos a lo crudo, a la veracidad. Mejor dicho, vamos a la experiencia.
Yo, soy yo. Yo he vivido como quizás otro ha vivido, me paro en frente de aquella imágen y algo sucede. Es como decir, me paro frente al Guernica y me conmuevo, porque la imágen me lleva directamente al acontecimiento, a la matanza, y pienso en la gente que sufre y algo pasa adentro. Ahí, ahí tengo que hacer un stop. Me concentro en lo que sucede adentro, hay un revolución. Hablemos entonces de sentimientos como revoluciones, y una revolución bien sabemos es un cambio radical, entonces una revolución en mi ser puede conllevar a un golpe de estado a derrocarme, a matarme a golpes en el medio de una multitud. Me derroca la realidad y el cuadro se transforma en algo que me abraza y me enseña, me dice cosas. Pensar en la guerra es entrar en polémica también, no me interesa. Me interesa conocer que existe, no me interesa ni siquiera mi opinión acerca de ella, sólo saberla, entenderla desde otro punto, no desde el que si está bien o mal, si es masculina, si es horrible (que lo es) o lo que fuera. La guerra es la guerra, después de todo de algo tan asqueroso florece algo maravilloso, no? me refiero a la obra.
Entonces las revoluciones, sean del índole que sean, son en general productivas. Una revolución puede ser puesto (a manera de acontecimiento) al lado de lo que sería el nudo de un cuento. Luego siempre viene el desenlace.
Yo, aquí, ya, me pregunto en qué parte de mi vida ando. En si hay una sola revolución que es la vida, o es un conjunto mismo de millones de ellas. De si es una que envuelve a todas, o si la revolución soy yo y la vida solo está estática, yo me muevo, yo camino por encima.
Porque quiero.

No hay comentarios.: