Caminar hasta pagar el alquiler: 15 cuadras.
Pasar por una librería: irresistible.
Comprar un libro: 30 pesos.
Mojarse en la lluvia: enfermedad inminente.
Aguantar la humedad: sudar y querer volver a bañarme.
Abrir el libro apenas emprendo la vuelta y leer el nuevo de Liniers sin levantar la vista hasta llegar a la puerta de mi edificio, NO TIENE PRECIO.
Hay cosas que el dinero sí puedo comprar.
Sonrisas en este caso.
Gracias Liniers.
(nota al muy pie: rescato la misma tira que rescata el que escribe el prólogo)
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