jueves, octubre 06, 2005

Sobre Estados

Suena el despertador.
Me quedo mirando el techo y me pregunto si hoy todavía puedo moverme.
Por la ventana se cuelan unos haces de luz que se dibujan en las paredes.
Me pregunto si hoy todavía puedo moverme.
Muevo una pierna y me fastidia, por una extraña razón quería no poder moverme.
Me muevo, todo funciona, menos mi cabeza.
No tengo muchas ganas de levantarme, no de nuevo.
Pienso que podría quedarme unas horas más en mi cama, que nada pasaría.
Acaso algo alteraría su existencia porque yo no exista un día? o dos o una semana?.
Me seduce la idea de no levantarme más y quedarme para siempre ahí.
Me pregunto cuánto tardaría en empezar a sonar el teléfono.
Me pregunto si estiraría el brazo para atenderlo, creo que no.
Hace días que suena el teléfono y no lo atiendo, por qué lo atendería ahora?
Suena el despertador de nuevo, pero el techo me hipnotiza.
Me doy vuelta y miro la otra almohada.
Siento que me mira también.
Cierro los ojos.
No me puedo dormir de nuevo.
Suena el despertador, lo apago.
Empiezo a sentir un cosquilleo en el cuerpo. T
engo frio, tengo calor, frio, calor, frio, calor.
Acaso mi cabeza dejará de funcionar en algún momento?
Me vence la vida y me levanto.
De nuevo lo de siempre, al baño, a vestirse, a la facultad.
Subo y bajo dos veces en el ascensor porque me olvido de algo.
Caminar por la calle a la mañana.
Cruzo para no saludar al diariero.
Tomo el 107 que está hasta las manos como siempre.
Me siento con suerte y apoyo la cabeza contra la ventana, miro afuera.
La gente está muy viva, todo está muy verde, sale el sol con fuerza.
El año pasado me sentía diferente me parece.
No tengo ganas.
Llego a la facultad, cola.
Bajada.
Clases.
Me fui.
Camino hasta la parada y me pesan tanto las piernas.
Siento que arrastro los pies y no levanto la vista del piso, todo es gris ahí abajo.
Subo al colectivo y de nuevo la cabeza contra la ventanilla.
No tengo ganas.
Camino por otras calles diferentes a las de ida.
Todo está tan primaveral, es el maldito mes del amor seguramente, la gente se ve tan feliz.
La plaza horrible de la vuelta tiene un encanto bizarro, hay algo en ella que hoy me resulta atractiva, pienso que quizás voy a ir a leer ahí más tarde.
Llego a mi casa y todas las persianas están cerradas, no tengo ganas de levantarlas.
Me siento aquí y escribo esta basofia, mejor me voy a quedar hoy, no tengo ganas de salir.

No hay comentarios.: