lunes, octubre 03, 2005

No todo es para cardíacos

Después de todo,
De todo un congreso.

Le digo que no, que lo conozco, sin embargo me dice que suba al auto. Atrás mio viene esta persona y este Kufuda (como le decía yo "kufiux" como se decía a sí mismo). Empieza una charla medio extraña entre el conductor y yo. Yo que me ubicaba justo atrás de él, en el asiento de atrás. Hablamos y discutimos tranquilamente. Ya la idea se me viene a la cabeza.
"un mordisquito" pienso. Pero me reprimo al instante. Tenía que vencer eso, tenía que salir de lo que significaba.
"sólo uno" de nuevo. No, no no.
La charla avanza y el coche también, no nos detenemos en los semáforos. Como balas cruzamos avenidas. No hay nadie en ningún lado. Mar del Plata está vacía completamente a esa hora, se ve una neblina que no discrimina arena de humedad.
"un mordisquito" vuelvo a pensar. Me reprimo y sin embargo veo mis manos que sacan el apoya cabeza delantero y quien conduce me mira por el retrovisor medio riendo.
-qué hacés?

"disculpame"
Y Kufuda empieza a saltar de la alegría. Escuchamos a los cuatro de Liverpool. Sexy sadie "the world is waiting just for you". El frio se cuela un poco entre los cristales entreabiertos, yo solamente parezco sentirlo, puesto que llevo campera y bufanda y los demás están solamente con remeras.
Saco como puedo el apoya cabeza y me mira por el retrovisor entre risa.
-qué hacés?
"disculpame" le digo, lo agarro del cuello.
-qué hacés?
"disculpame" y lo miro mientras mis manos se dirigen a su cuello que ya parece tan frágil. Lo tomo y no puede librarse.
-qué hacés?
"disculpame" y no lo miro a los ojos, miro hacia afuera y tomo impulso.
-qué hacés?
"disculpame" y ya siento el sabor salado en mi boca y quiero toser y escupir.
Le agarro el cuello y lo aprieto, me mira sin entender. Se le tuercen los ojos y las lágrimas recorren su piel. Su cara se llena de caminos que se van dibujando al pasar de los segundos.
Abro la boca.
Me mira de nuevo. Ahora mis ojos sí están en los suyos.
Aplaude el copiloto y salta Kufiux de un lado para el otro del coche. Festejan. Euforia.
Abro bien grande la boca y le tuerzo la cabeza con las manos. Me ubico transversal. Acerco su cara a la mía, y apoyo mi boca sobre su mejilla, siempre transversal. Ya no puedo pensar en que no quiero. No puedo no querer. No puedo resistirme.
Muerdo.
Muerdo con tanta fuerza que atraviezo la piel. Desgarro el tejido. Arranco como un animal. Mastico, mastico. La sangre brota por todo el auto. Se tiñe de rojo oscuro. Rojo caliente.
Muerdo de nuevo y le arranco la mandíbula inferior. Ya ha perdido la conciencia.
Termino por comer toda su cabeza, y lo dejo.

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