viernes, septiembre 16, 2005

3 hs

Pero por qué acaso? -porque es así.

Me paro y voy al baño, me miro en el espejo, me doy vuelta y cierro la puerta, vuelvo al espejo, no veo bien las paredes y me acuerdo, "pero si esto es un sueño, las cosas son como yo quiero" y se me acomodan todos los huesos de la espalda y me recorre un escalofrio me miro de nuevo y las paredes ya están ahí.
Pienso en la persona con la que hablaba, me pregunto si sigue ahí, sentada en ese sillón, detrás de mi puerta cerrada, esperandome. Me concentro y abro la puerta, está de espaldas, se da vuelta y es pero no es, me refriego los ojos y es del todo. Me dice algo y yo me rio, salimos afuera. No hace frio ni calor, el viento ayuda, hay sol y no hay límites en ningún lado, hay caminos que se alejan y otros que se acercan, hay rocas y hay lugares para estar, me recuerda a otro sueño que tuve.
Caminamos por el verde, es escalonado, seguimos el sendero de piedra que yo no elijo y nos encontramos con algunas personas, mientras charlamos y me dice cosas que quiero escuchar y otras que no tanto. Nos frenamos, me pregunta qué va a pasar ahora, y yo no entiendo, miro entonces hacia adelante y ahí están todos, entonces le digo "ahora dame la mano que no quiero perderte en esta parte" y se aferra a mi mano con la suya. Caminamos y hablamos, saludamos a algunos a otros no tanto. Le hablo y se tranquiliza, es muy armónico.
Cada rato me doy vuelta y le miro la cara para ver si sigue siendo, y sigue siendo. Nos frenamos de nuevo, me habla del cielo y de los colores y de lo que siente cuando ve esos colores, me habla del cielo como una gran pileta gigante dada vuelta donde estamos metidos sin saberlo y nadamos sin rumbo. Me mira y se sonríe, me pregunto qué piensa. Sin dubitar me agarra por la cintura y me alza, le digo que me baje, y se rie. Empieza a caminar muy rapidamente por el sendero de piedras que ya se vuelve empinado, se frena en una arista y no veo nada hacia abajo, siento mi corazón galopar y tengo miedo, corre más viento y ya el sol se está ocultando un poco. Me dice que me quede tranquila y me abraza más fuerte y yo le digo que la locura ha invadido su cabeza. Caemos. Caemos y yo grito su nombre mientras caemos y me agarra más fuerte.
El agua helada. No entiendo bien hacia adonde debo nadar, me suelta y me agarra de una mano, me indica el camino y dejo llevarme por las ondas, son pequeños empujones, llego al aire. Miro hacia arriba mientras floto y veo la arista, me pregunto cómo hizo para calcular que caigamos bien, ya no importa, no me gustaría caer de nuevo, o quizás sí.
Sale, hola me dice y se rie de nuevo, yo me rio también, nadamos hacia un costado y apoyamos nuestros brazos sobre el borde y descansamos. Nos quedamos así mirándonos, los dos sabemos.

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