Estoy sentada en una silla enfrente de mi computadora escribiendo, mientras escucho Carmina Burana (raro escuchar ópera el domingo), en este preciso momento me doy vuelta para chequear la estufa y un pelo se desliza de mi cabeza huyendo del hacinamiento, cae al piso y reposa allí indescriptible entre tales baldozas feas.
Me levanto, de nuevo se hirvió el agua, la cambio y la vuelvo a poner. Cuando vuelvo piso con mis medias aquel pelo y éste se agarra con todas sus fuerzas de alguna raya verde o alguna blanca y cree que de ahí en más le pertenezco.
Se une a mi dia y me acompaña adonde vaya, escucha música desde muy bajo, pero escucha, sale afuera y se congela pero apretado, paseamos y miramos todo, nos encanta, charlamos con gente y es el pelo más simpático, gracioso y picarón que cualquiera pueda imaginar, me siento orgullosa de que sea mio.
Finalmente nos escabullimos entre las sábanas, dormimos placidamente. Mañana se va al lavadero a a engancharse otra media a rayas u otra rayada a medias, a pertenecerle a otro y así.
Sólo me dedica un dia después de cuánto tiempo?
Yo le di el nacer.
La gente siempre se va, los hijos siempre se van.
Adónde puede llegar este pelo que ahora siente que el mundo le pertenece?
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