lunes, marzo 27, 2006

uhhh iea.

Por dónde puedo empezar?
Rally aventura el fin de semana. Y cuándo empieza? más o menos jueves, como a las ocho de la noche cuando me voy a clases, salgo y me voy, y llego y duermo y me voy al otro día a trabajar, salgo, vengo a casa, me baño y me voy y wow.. E. Gismonti (punto aparte).

Sentada en la butaca, escucho un piano que no me gusta para nada, le falta tomar la sopa al pianista, el saxo por otro lado está bueno, en algún momento me hace tararear en mi cabeza una de Dexter Gordon, en otro me suena a "Salt peanuts" pero al instante vuelvo e imagino.
Me pasa con algunos músicos, de que me dejo llevar y mi cabeza hace lo que quiere, en este caso empecé a imaginarme historias de personas comunes, la música me iba trasladando a lugares, sensaciones, caras, emociones, ansias, esperas.
Eran en general, historias de amor.

Juegos, una de una amor así, de juego, y luego se complica, pero es de juego siempre, se ven y se miran y están enamorados pero no están seguros de querer estarlo. Se tocan en accidente las manos, se miran directamente a los ojos, y los dos se expresan misteriosamente y picarezcamente. Amor de lazarillos.

Otro, él en un bar, llueve, un clásico. Mira por la ventana como las gotas dibujan caminos en la calle gris, me remite a alguna vez que estuve con Pablo sentada en un bar por Córdoba a las cuatro de la mañana, llovía a cántaros y nosotros adentro tomábamos como el cuarto café de la noche. Mirábamos la lluvia y fumábamos. Café y tabaco, qué mezcla maravillosamente nociva. Y mirábamos hacia afuera, y veíamos a un hombre, sentado bajo la tormenta, sentado en una de esas sillas de metal de bar, con la sombrilla cerrada, completamente empapado, resignado. Y una ola de tristeza nos abrazó, fue el momento de irnos.

Otros de unos que estaban juntos, se amaban un poco fingiendo, sabiendo que algo estaba mal, pero no podían dejarse ir. Ese sentimiento de pertenencia que a veces sienten los enamorados les pesaba en su conciencia. Alguna vez habían sentido "yo le pertenezco, yo seré de él para siempre" o de ella, o como fuere, pero alguna vez los dos se habían cedido al otro, sin importar nada, como esas cosas que hacen a menudo los que aman.
Y dejemos de contar.. Luego entró Egberto. Entró con esa pinta de gitano italiano que tiene, con el pañuelo rojo en la cabeza y su pelo rizado que le sale por detrás como una cascada gris.
Se sentó humildemente en un banquito y se dispuso a hacer lo suyo.

Debo admitir que cada vez que escucho a este tipo de astros luminosos pienso "uh, este es el mejor que escuché en mi vida, debe ser el mejor" y luego viene otro y la "descose" de la misma manera y vuelvo a pensar "uh, este es el mejor que escuché.." pues no lo sé.. no me gustan mucho los que no son tan melódicos, digo melódicos y me refiero a cuando hay algo largo que seguir (cómo explicarlo!?) en fin, no tanto punteo y tantas vueltas e idas y vueltas e idas de nuevo.
Me dispuse a seguirlo. Me incliné hacia adelante para apoyar mi cabeza en mis manos, para no tener que hacer ninguna clase de esfuerzo. Y ahí empezó todo. Me destruyó, me sumergí en un mantra de doce cuerdas que iban y venían, un juego demente de un demente. Viajé. Tanto me relajé que me pareció yoga. Me dormí en un momento creo, o no lo sé. Meditación.

No puedo decir qué es lo que pasó por mi cabeza con Gismondi, porque no tiene explicación y tampoco quiero entenderlo, sólo sé que salí enloquecida interiormente.
Qué linda noche aquella. Preciosa.

Luego, trabajo, siempre tarde. Dormir en ese sillón junto a Calvino, quince minutos, cargo de conciencia. Luego la casa de ella, luego el gran rex. Medeski Martin and Wood.
Tres muchachitos. Jazz funk, del bueno, del que te hace mover la cabeza, entrecerrar los ojos y poner la boca en posición beso, como un "how´ya´doin´" y en el medio de algo se escucha a alguien que grita "can we dance?!", la pregunta del millón. Y todos reímos un poco. Y luego nos sumergimos también en 20 minutos de improvisación. Un contrabajista que puso todo en su instrumento, un baterista que me dejó con la boca abierta, y el tecladista, mister medeski, ni hablar.

No hay palabras que puedan hablar. (de dónde era eso?)
Para colmo antes de llegar al teatro y desde que salí de trabajar, sólo tarareaba en mi cabeza "la tempranera" (!!!!!!!!!) no lo sé.

Well I get up in the morning and I´m looking in the mirror to see, ooo wee!
Then I´m lying in the darkness and I know I can´t get to sleep ooo wee!

Qué Lennon!

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