domingo, mayo 29, 2005

Cuánto flagelo ajeno podemos soportar? cuánta indignación ajena podemos soportar? cuánta tristeza ajena podemos soportar? cuántas palabras ajenas podemos? cuentos? historias? idas, venidas, caras, gritos, sollozos, etc?
Cuando se trata del bastardo amor, podemos soportar mucho.
Pero es cierto o no, que aquellos que vienen y usan una y otra vez nuestros huesudos hombros para demacrar su alma en reiteradas ocasiones, ni siquiera nunca han podido llegar a pensar en cuánto más sufrimos nosotros por verlos sufrir? Peco de mala amiga en decir estas cosas? pues no me importa, ver a los que puedo llamar mios o no mios, a aquellos que cuando los mirás te das cuenta que el bastardo de nuevo les ha pegado una cachetada en sus rostros, eso, me destruye por dentro.
Así que invito a todos los que se dejan sufrir, a dejar de sufrir, y dejar de hacer sufrir, porque de hecho, si lo pienso bien, bien egoistas han resultado ser, nunca piensan en aquellos que los escuchamos, siempre pensando en uds mismos y nada más.. o sea... paren la mano ché, tampoco es que uno está a disposición de sus sollozos y de sus problemas canejo, yo también tengo problemas y también quiero compartir, así que bueno, resulta que yo, entienden? yo, no sé nada de nada, nunca sé nada de nada, porque nunca sé qué tengo que saber y que no tengo que saber, así que es mucho más fácil no saber que saber o querer saber que se sabe pero no sé nada porque saber implica saber que se sabe algo que se quiere saber y que no no se sabe...
Ven? demasiado complicado escuchar a los demás y sufrir por ellos y por su ignorancia ante la vida, y cuando digo ante la vida, digo ante el amor, ante eso que no vale la pena ni en lo más mínimo imaginable, pero que, lamentablemente, nos inmiscuímos en su juego sin darnos cuenta.
Qué bastardo ha resultado.

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