Sumergirse un segundo en la mirada ajena, ser detallista una vez en la vida con el otro, tratando de ver m�s all� de sus ojos; abrir� puertas desconocidas a lugares que uno no puede ni siquiera proyectar.
El secreto est� en fijar la mirada en la de su oponente y primero elegir un ojo, derecho o izquierdo, lo mismo da. Luego empezar a describir los colores que compone su globo ocular (fr�os, c�lidos, mezcla de los dos); las lineas que se trazan desde adentro hacia fuera, desde afuera hacia adentro; los puntos que se distribuyen locos por doquier, y ya finalmente la paleta elegida para llenarlos.
Ya teniendo un detalle superficial del lugar donde vamos a sumergirnos, sutilmente apagamos nuestro sistema auditivo y nos concentramos aun m�s en aquella mancha de colores que ahora nos parece un cuadro impresionista que a gritos aclama nuestra atenci�n.
Tomamos distancia.
Nos metemos en �l. Nos escabullimos en su expresi�n y jugamos a que nos pertenece por unos momentos, sentimos de hecho que es nuestro y que podemos navegarlo; que estamos ah� y que hasta podemos tocar esos colores.
Que fueron hechos para explorarse y perderse ah�.
La cuesti�n es saber no perderse, y salir a tiempo para volver al frente de esos colores y de esas l�neas y puntos que forman un globo ocular que forman parte de un par, adentro de una cara de alguien, de una persona que nos habla, que nos escucha y nos mira sin entender lo que estamos haciendo.
Sin embargo seguimos pensando en sus ojos de caleidoscopios.

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