Treinta años después me doy cuenta que la palabra desilución, poco usada antes en mi vida, sale a reflote y queda a la deriva.
Será que las desiluciones (o decepciones) que más duelen son las de las personas, y las que más duelen aún dentro del dolor, son las de los que nos rodean. Llego a un punto donde una desilución me transforma en una persona vulnerable y no sé bien qué hacer. No confío. No confío en nada ni en nadie, todos defraudan en algún momento.
Será que parte del problema es la idealización sobre los demás? En este momento me parece que no (obviamente) porque creo que las relaciones personales son todas particulares y se plantean entre los jugadores. Algunas relaciones parecen una cosa pero son otra, las personas mienten, hacen daño y sobre todo, piensan en sí mismas antes que en los demás.
Los hombres dicen que no entienden a las mujeres, las mujeres no entendemos a los hombres. Por qué tenemos que entender al otro? Por qué el "entender" al otro es una forma de justificar lo que hace que nosotros/as no haríamos?
Estamos los que nos enamoramos plenamente y los que se enamoran por fracciones.
Aquellos primeros la tenemos más jodida.
2 comentarios:
Sorpresas te da la vida. Algunas son lindas.
Abrazo!
Otro para Ud!
Publicar un comentario